Andrómaca
(Ανδρομάχη)

30 de mayo de 2005

La maldad nuestra de cada día

Viajé apretujada en el subte (para variar), pero en vez de hacer equilibrio para no caerme y evitar la apoyatura del caballero de turno, como sucede habitualmente, la que me "apoyaba" era una señora que además se emperraba en incrustarme su bolso en la espalda.

- Gabs (modo angelito): Disculpame. Me estás clavando el bolso en la espalda, ¿podrías ponerlo de costado?

- Señora (modo cara de culo): ¡No!

- Gabs (monólogo interior y mascullando bronca): ¡Mal cogida! ¡Andá a meterte el bolso en el culo a ver si con eso se te va la amargura! ¡Ahora vas a ver!

A la próxima frenada que dio el subte, que ¡oh, casualidad era mi estación!, la señora en cuestión ligó un hermoso taconazo, gentileza de mi bota derecha en camino hacia la puerta de salida del vagón.

Sé que el pisotón estuvo de más y fue absolutamente innecesario, pero me sentí tan, pero tan bien.

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