Andrómaca
(Ανδρομάχη)

27 de mayo de 2006

Afilando el lápiz

Contrato de distribución: 19 páginas (8300 palabras)

Complejidad: muchísima

Urgencia: por ahora no mucha, hasta que vuelva el dueño de su viaje y traiga el contrato definitivo.

Precio: ¿qué buena pregunta? Hay contratos anteriores similares ya hechos y "están a tu disposición".

Comentario del cliente hace un tiempo cuando se empezó a trabajar con él y se conversó sobre la posibilidad de que también me manden contratos: "Sólo vas a tener que copiar lo que ya está hecho y cambiar los datos donde corresponda, así que digamos que los precios ya no serían los mismos, ¿verdad?"

Contestación simpática y amable: Bueno, no es así de fácil como lo plantea. Entendiendo sus necesidades de cuidar costos pero por una cuestión de ética profesional yo no puedo copiar lo que ya está hecho. Los contratos tienen un formato estándar pero no siempre son exactamente iguales entre sí, que a veces las frases están armadas de otra manera, hay otras cláusulas, la complejidad del contrato... (y muchas explicaciones más tendientes a hacer valer mi laburo, mis honorarios y mi tiempo)

Pensamiento paralelo durante la explicación: ¡¿Y vos te pensás que yo voy a copiar tal cual lo que hizo otra colega, que no se quién es?! ¡¿Y si los contratos que tenés hechos son un desastre?! ¡¡¡Mirá que si me voy a jugar mi reputación por copiar lo que hizo otra persona!!! Está bárbaro tener una referencia, porque ahorro tiempo de investigación y búsqueda de terminología, pero ¡ni en pedo te hago un copy-paste!

¿Alguna vez podré cobrar lo que realmente se debe?
¿Por qué la gente no le pichulea los honorarios a los contadores o a los abogados o a los arquitectos, digamos: a todos los otros profesionales?

¡Ah, claro! Yo siempre tan despistada... todo el mundo sabe/estudia inglés y además está Internet... traducir o dar clases es una estupidez, total, con decir lo mismo en el otro idioma alcanza y sobra.

15 de mayo de 2006

Tamo' todo' loco', tamo'

Esta tarde, a la salida del trabajo aproveché y fui hasta Libertad y Marcelo T. para ver si encontraba la mueblería donde mis viejos compraron la biblioteca, ya que con Chris queremos comprar una similar. Lo que tienen de bueno estos muebles es que los armás vos con las medidas que querés, ya que te venden los estantes y los parantes.

Para poder ubicar el negocio fui caminando por la vereda de enfrente, la de la plaza no-sé-cuánto, la que está frente al Coliseo. Ahí veo que el negocio estaba vacío y tenía un cartelón en la vidriera.

Cruzo la calle para poder leer el cartel y un señor, que yo ya había visto parado al lado del cartel pero al que no le atribuí mayor importancia, se descuelga con variedad de guarangadas y en todos los colores.

El pirucho en cuestión (porque, ahora que lo pienso, "señor" le queda grande) recibió una linda carajeada y cual poseída por las Furias partí raudamente a mi sesión semanal de Pilates.

Yo me pregunto, ¿puede ser que tenga la mala pata de que cuando me decido a buscar el negocio no sólo se mudaron sino que me cruzo con un pajero desquiciado?